De esta conjunción de natura y cultura no siempre salimos bien librados toda vez que la mente
que nos habita termina jalonando para un lado de la dicotomía que se presenta. Seguramente
habrá hibridaciones de estas opciones, matices les llamarían algunos, sin embargo, llevo
tiempo cavilando, tratando de ecuacionarme por entre tantas opciones que plantean un
pensarnos civilizatoriamente sin tanto quiebre por entre los ecosistemas que nos incluyen
como especie.
Mucha retórica y mucha frase prefabricada abunda sin la suficiente pericia, sin curtirse el ser
plenamente de gozo o asombro para poder asumir en clave sentipensante la teorización del
mundo humano en convivencia con la naturaleza no humana.
La coyuntura política cataliza procesos y revelaciones que la más de las veces cuando ya las
asumimos con serena clarividencia sucumben las mismas ante un maremágnum de
contradicciones entendibles (y otras no tanto). Me refiero a revelaciones que turban la mente
pues nos dislocan ante el desafío que representa asumirlas como epicentro del decir, del
hacer, del desideratum. ¿Cómo nos planteamos en Venezuela deslastrarnos de un estado
nación anclado en la extracción petrolera hacia una vía, un destino nación post petrolero?;
¿Cómo tejemos urdimbre para que lo que anhelamos no sea descalificado por una realidad y
su inercia cáustica la más de las veces?
Duro tiempo para ecuacionarse, vital tiempo para hacerlo. Se abre el umbral de la fuerza
constituyente luego de la metralla y la esquirla, luego de la sangre y la retaliación política de
ultraderecha. Acá los ecomilitantes, las ecomilitantes debemos tejer como orfebres los
petitorios acumulados de una casi dos décadas de experimentar un envión cultural inmenso,
significativo llamado Revolución Bolivariana.
En esta necesidad de juntarnos, dado lo disperso de las desafiantes cotidianidades de cada
cual, nos obliga a hacer compilación serena y detallada de las malformaciones, de las dolencias
y tensiones que nos sitúan en episodios redimensionados asociados al extractivismo minero
(metálico y no metálico), al distanciamiento de autoridades que se burocratizaron en la gestión
política y en la vinculación humana. Se erige una tecnocracia que en plena guerra atiza sus más
duras manías y sucumbe evidentemente ante el tangible divorcio de lo que representa y lo que
es realmente en la cotidiana praxis.
El país se encuentra a 18 años en un interesante punto capaz de mantener diplomacia de
solidaridad aleccionadora pero que de sus fronteras hacia adentro no ha terminado de ubicar
grandes males en la esquina necesaria de la historia: el latifundio asesino aniquilador de la
vida campesindia y el extractivismo minero.
Seguramente se me acusará de desconocedor y duramente crítico de las propuestas surgidas
para hacer paulatino el tránsito hacia la participación y el protagonismo de importantes
fuerzas emergentes, organizadas y abrazadas al proyecto de matria digna, sin embargo no
podemos soslayar la cooptación, la formolización de movilidades colectivas que terminaron
por asfixiar la senda que en un principio atizaba a estas organicidades sociales, económicas,
culturales en Venezuela.
¿Cómo entonces aprovechar este tiempo de luminosa y desafiante historia para poder creer
sin duelo (ni farsalia enquistada de por medio) en la vía hacia un espacio tiempo más parecido
a las necesidades del común de los ciudadanos que a pie cruzamos ciudades, veredas, sendas y
tiempos la más de las veces dejados al orden especulativo, expoliador de toda esperanza?
Es el tiempo de amasar propuestas, fraseos oxigenantes de esta constituida vía para que lo
constituyente desordene esas lógicas intoxicadas que en nada han sabido vincularse a la
orgánica, productiva, potable vida ya definida en tantas leyes, tantos planes. De esa distancia
entre lo anhelado y lo que ahora tenemos debemos tomar las ganas para atizar debate
forjador de sendas, enfoques, insumos para perseverar en terquedad hacia la toma de los
medios de producción, hacia el abrazo de otras formas de energía limpia, alternas y hacia la
concreción del ser humano nuevo para estos tiempos de mundo inflamado de maledicencias y
malas praxis.
En Venezuela, en distintas escalas mucho se ha alcanzado y existe un importante basamento
con plausibles instancias capaces de servir de modélicos ejemplos para apostar por la
comunalización de la vida posible, de la salvaguarda de la vida perdurable. Se trata es de
hacer de caja de resonancia de esas experiencias y darles sentido histórico no ya para que
aparezcan hechas fuerza en lenguaje legislativo, para que aparezcan en nuestra blindada Carta
Magna luego de los haceres de la Asamblea Nacional Constituyente (hacer y lograr esto sería
importante e histórico triunfo) sino para que potencien un hacer y que en obras, en
emocionalidades cotidianas sepan trascender este tiempo anquilosado en buenas nuevas
efímeras que no soportan un mínimo de prédica cuando ya se están disolviendo en la vorágine
de las informaciones que vienen y van sin aterrizar y sin concretar nada en lo absoluto.
¿Comunalizarse para qué y porqué en un tiempo de tendencia irracional al voraz consumo
ejercido por el individuo exacerbado de egoísmo? Ecuacionarse en multitud para qué y porqué
cuando es menester sincerar las maneras en que las grandes mayorías organizadas habremos
de destronar las inviables formas capitalistas de asumir la vida para complejizarnos con
acciones que nos obliguen a repensar y a solventar creativamente la alimentación, la
educación, el amor, la vida toda en nueva conciencia menos lesiva para la naturaleza que
somos y a la par nos incluye.
Venezuela tiene estudiada sus grandes falencias y sus luminosas potencias para poder ir
reordenando prioridades y poder, en paulatino esfuerzo, avanzar a estadíos más certeros que
arrinconen al capital imperial hegemonista para darle más posibilidad a una vida entramada a
la biodiversidad y a las condiciones particulares de geografía, cultura e historia que nos ha
legado nuestra permanencia en el orbe como nación libertaria, como una intensa y decidida
nación capaz de gestar, en los momentos más insospechados, fuerzas emancipadoras de
expansivo contagio regional y planetario.
Sincerar la casa y despejar incógnitas es el tiempo presente que nos atiza y es por ello que la
ecomilitancia, volvemos al punto, debe dialogar permanentemente con la vida de los
trabajadores, con la materialidad e inmaterialidad de lo cotidiano pues no pensar y actuar así,
alejados de integralidades, nos hará retroceder aún más de lo esperado.
Este llamado, este fraseo no es retórica sino gana de ajustar contextos y atizar fuerzas plurales
en un envión histórico que sepa hacer llegar propuestas sobre la constituyente en clave
ecosocialista que de verdad anhelamos, con sus generalidades y particularidades, con nuestras
demandas de seres sensibles ante el fuerte y agravado impacto que le seguimos ocasionando
al planeta madre así como también con nuestros reales y claros compromisos para empujar
esta gana de blindar ecológicamente la carta magna venezolana que nos damos en procura
de la máxima estabilidad política y la suprema felicidad social.
Con ética chavista insistir, más que resistir, en la necesidad de reagruparnos, de convertirnos
en impulsores de agendas comunes que en espacio y tiempo rescaten, sumen el acervo
impresionante, el saldo organizativo con el que hemos sido capaces de legislar ayer, hoy y
siempre nuestros asuntos más vitales, más preciados.
El llamado es para que nos organicemos de nuevo de caras a la conformación de un
movimiento o frente plural por la Econstituyente (constituyente en clave ecosocialista) para
tributar al vínculo cultura - natura sin desmedro de la casa que nos cobija y ofrenda vida, de la
casa común desde la cual hemos orientado (sin agradecerle casi nada) todas nuestras fuerzas
en sobrevivencia ante las amenazas crecientes del sistema neoliberal capitalista global.
Sea pues este el tiempo de juntar propuestas, narrativas, enfoques, praxis sobre dimensiones
o núcleos de debate y praxis ecosocialista para entender el tránsito hacia una fuerza social
emergente capaz de no truncar la materialidad de lo vivo, de la vida que da sustento a todo.
Qué sociedad, qué vínculo con lo natural debemos erigir y pensar con dignidad y rigor para
enrumbar el legado Ecosocialista de nuestros pensadores, de nuestros indígenas,
afrodescendientes, pescadores, campesinos hartos de tanta humillación histórica que en nada
es capaz de reconocer y enaltecer su mano y ser aliados de la vida natural.
Sea pues este fraseo plural, convocante el que nos religue en varios espacios y tiempos. Que
tenemos una metódica para sembrar y ayudar a germinar con la firme colaboración de
voluntades y manos, de mentes y brazos para así enaltecer lo que a momentos se pretende
cooptar por miedos e infantilismos de izquierda, por dogmatismos falo logo centristas o por
manías propias de los abismos inter generacionales entre los que ya están y los que vienen con
rigor y amor definiendo un blindaje más certero, más ecosocialista de la vida que haremos y
tendremos perfilada en nuestra Carta Magna.
Revisemos este material en http://www.econstituyentevzla.blogspot.com Tenemos metódica
de trabajo colectivo para afinar nuestros haceres regionales y de alcance nacional. Se viene
convocatoria plural, pero mientras llegamos al abrazo, es vital sabernos aún más y volcarnos
en emoción y razón sintonizadas en una idea, en una opción de Carta Magna, insistimos,
blindada en términos de ecosocialismo.
Vendremos por todos lados con la gana y el envión de sumar, de tributar esfuerzos a un
enfoque integral, chavista, ecosocialista de la vida perdurable que anhelamos hoy, mañana y
siempre.
Correo electrónico: ncifuentesg@gmail.com
Teléfono móvil: +58 426 318 08 86
Más información en:
7 de octubre 2017. 11:00 p.m.
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